Columnas

Nocaut a Sinuhé

Gasto Social

César Peña*

La derrota electoral sufrida por el ex dirigente del SNTE, Francisco Sinuhé Ramírez Oviedo el pasado 1 de julio, no puede decirse que lo haya liquidado, sino que lo puso con un pie en el ostracismo, en la nada. Perdió la diputación de mayoría, no logró tampoco la plurinominal y ahora tampoco tendrá partido, pues Nueva Alianza, con su pírrico 1.8 por ciento, perdió el registro nacional.

El llamado “traidor” del magisterio, no logró la diputación federal por el Distrito 7 como lo tenía previsto. Es más, su derrota fue algo más que humillante, con su 27.29 por ciento, se quedó casi a la mitad de la candidata ganadora Jannet Téllez Infante, de Morena, quien logró el  48.80 por ciento de la votación.

Francisco Sinuhé no logró ni siquiera ganar su bastión político Zempoala y apenas logró rescatar las casillas de San Mateo Tlajomulco, donde por años fue director pero donde también repartió dinero y apoyos en efectivo y especie para comprar el voto. Ahí, desplegó a sus gorilas para amedrentar a los opositores, sólo así logró imponerse.

Pero esa pequeña batalla local no fue nada en comparación con el daño provocado por la guerra emprendida en todo el Distrito que harían palidecer al propio Charles de Gaulle. Más allá de la empecinada rivalidad en contra de las huestes de Moisés Jiménez, con quienes peleó centímetro a centímetro el Distrito 7, los votantes le dieron la lección más grande que jamás haya conocido.

Ramírez Oviedo entregó refrigeradores, estufas, material de construcción y como desde que llegó al SNTE, volvió a utilizar el garlito de la entrega de plazas como oferta política. Ni con todo eso el electorado le respondió, pues le recibió las cosas y le votó en contra ante tanta soberbia.

Semanas antes de la hecatombe electoral, cuando algunas bases de Nueva Alianza ya habían vislumbrado su cambio de bandera, algunos de sus operadores fueron a pedir los regalos que Nueva Alianza les había dado en el pasado. El que da y quita, con el diablo se desquita, reza el refrán y así fue, pues la gente le regresó la licuadora y otros objetos que alguna vez les regaló, pero la ira popular no pudo ser apaciguada con nada.

La venganza social no midió alcances. Sinuhé fue cuestionado una y otra vez de su alianza con el PRI, misma que negaba una y otra vez hasta que literalmente era exhibido y los lugares en los que estaba, abandonados por los votantes.

El juicio de la historia llegó y el ex líder del SNTE se ha quedado sin nada. Sólo es cuestión de meses para que el propio sindicato, en manos a nivel nacional de Juan Díaz de la Torre y a nivel local de su delfín, Luis Enrique Morales Acosta, sea recuperado por Elba Esther, Moisés Jiménez y compañía y con ello Ramírez Oviedo tenga que dejar hasta el estado por el daño infligido a los profesores a los que agredió y persiguió como el dictadorcillo que fue.

La primavera magisterial llegó y junto con ella, la derogación de la Reforma Educativa que Sinuhé metió a sangre y fuego. Esteban Moctezuma Barragán, quien ocupará la dirección de la SEP en el Gobierno de López Obrador, ratificó el fin de esa aventura  peñista que tanto dañó al magisterio. Sus promotores van de salida, entre ellos el propio Sinuhé y dentro de poco serán sólo parte de esa negra historia que nadie recordará.

 

 * Escritor, periodista y economista

 

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